domingo, 27 de marzo de 2011

Capítulo dos:

Cuando me volví a levantar eran las doce y media.
Bajé a toda prisa las escaleras, no se había ido. Estaba cocinando.
Olía bastante bien, y se manejaba con facilidad.
Me quedé pensando.
Y estube así un buen rato, hasta que me percaté de que se me había quedado mirando, y de que yo estaba ausente.
le devolví la mirada, y me sonrió pareciendo dudar.
- anda, has hecho el desayuno
- No suelo cocinar, alomejor no es comestible.
Reí su gracia y me senté en la mesa encendiendo la televisión.
Poco después se sentó el. Colocó dos platos y me dió una parte
de las tortitas que había hecho.
- Gracias señorito -dije con una sonrisa-
Sonrió de oreja a oreja y se apoyó en el respaldo del sofá, mirando la tlevisión.
Empezé a comer y me sorprendí, para cocinar poco le habían salido muy bien.
- Te han salido bastante bien -aprobé-
- Gracias
Le sonreí de nuevo.
Me quedé mirando la televisión yo también, pero no escuchaba lo que decian las noticias, estaba mas allá de la pantalla, estaba en mi propio mundo, pensando en mis propias cosas.
Pero algo me sacó de mi espacio.
- << por la zona central ha habido una desaparición, la policía sigue investigando. [...] Los robos siguen aumentando... >>
Le miré, esta vez sin ninguna sonrisa por primera vez en aquella mañana.
Y el comprendió el significado de aquella mirada.
- Yo no tengo nada que ver con la desaparición.
- ¿Y los robos?
- Con algunos.
- ¿por qué?
- no lo sé, Chris, Déjalo anda.
Y lo dejé, por que en realidad los robos me daban igual.
Si el no habia "hecho desaparecer" a nadie, lo mismo me daba que robase unas cuantas baratijas.
Suspiré.
- Estás enfadada - no era una pregunta, si no una afirmación-
- no - dije-
Me miró con tristeza
Así que añadí lo que habia pensado antes;
- Si no eres tu el que... Lo mismo me da que robes.
Agachó la cabeza, y tube que reprimir mis ganas de abrazarlo en ese mismo momento.
El otro día casi me asfixia, y hoy parece un animalillo arrepentido por lo que ha hecho.
Se levantó y se llevó las manos a la nuca.
- Chris.
- ¿Qué?
- yo no he tenido nada que ver con ESTA desaparición, pero si que he hecho otras... tantas cosas -se pensó esto último, temiendo asustarme con la respuesta que diera-
- Lo suponía.
- ¿y? -preguntó-
- nunca es tarde para cambiar, o arrepentirse.
Miró al suelo, y luego amí. Y volvió a mirar al suelo.
Y yo sabía por que.
Y el también.
(no puede cambiar, no le dejarían, pensé)
Sentí ganas de llorar, y no sé por qué.
Enterré mi cara en una almohada, reprimiendo un sollozo.
Y cuando la levanté estaba a mi lado,
Su expresión era de pánico, o algo parecido.
Se sentó a mi lado de nuevo, y me colocó la cabeza por la parte de alante de su hombro.
Nada podía ir mal ahora.
Me parecio raro, por como soy yo, haberle cogido tanta confianza en apenas dos días, pero aunque hacía algunas cosas que... no son muy buenas, se la merecía.
Me parecía demasiado fragil en ese momento, como para poder creer lo que hacía.
- Sabes, yo no suelo llorar casi nunca -señalé-
sonrió levemente.
- Lo sé
moví la cabeza con un gesto irónico.
Y el se rió, y yo me uní a el.
- ¿Y tú madre? -preguntó de repente-
- No lo sé, la verdad.
No le dimos importancia, por que no hacia falta.
Me quedé mirándole los ojos.
Me sorprendían.
Sonrió al verme "atónita", y yo también al darme cuenta.
-perdón -le dije-
- No te disculpes, no importa -sonrió de medio lado-
- ¿Dónde vives? -continué-
- Pues... basicamente, por el bosque.
- Valla, un hombre mono -dije en tono de burla-
Puso los ojos en blanco y alzó un poco las manos.
No sabía por que eso me resultó tan gracioso, pero me reí, y el coreó mis risas.
No recordaba averme reido tanto en una sola mañana nunca.
Desde que... solo está mi madre, las mañanas no son tan divertidas.
Mas bien, todo lo contrario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario